jueves, 12 de mayo de 2011

Ética, política y demagogia manipuladora


Ciertamente Julio Anguita dió un ejemplo de austeridad muy loable al renunciar al complemento a máxima pensión al que tiene derecho por haber sido diputado (copio la noticia al final). No importa que su pensión como profesor ya estuviera próxima a la máxima, eso no le quita valor al gesto, aunque tampoco hay que hacer demagogia y aprovechar esto para criticar a toda la clase política. De entre los pocos ex-diputados (digo pocos pero incluso he oído que era el único) que cobran el complemento a pensión máxima está Santiago Carrillo, que me parece un personaje al menos tan digno de admiración como Julio Anguita (bueno no voy a engañaros, para mi Carrillo es mucho más que casi todos).

Los políticos no son santos, de eso no hay duda y además los eurodiputados recientemente se han cubierto de gloria con el tema de no querer viajar en clase turista. Sin embargo merece la pena recordar que como el resto de ciudadanos, a los políticos lo que se les tiene que exigir es que cumplan la Ley; aunque por su peculiar trabajo, también se les podría exigir que hagan leyes en interés de la ciudadanía más que en el suyo propio o el de unos pocos grupos influyentes. Pero tampoco vamos a exigirles que tiren piedras contra su propio tejado porque no sería realista. Si la Ley les confiere el derecho de cobrar una pensión o unos honorarios determinados, podrá gustarnos o no pero no hacen nada ilegal y solo cabría discutir si es ético, oportuno y si procede exigir reformas legales para corregirlo. Pero para cambiar las cosas no basta con criticarlas e indignarse; al igual en ocurre en las juntas de vecinos de nuestras casas hay que participar y votar para hacer posible el cambio.

Plantearse que la clase política debería legislar en contra de sus intereses corporativos (si se me permite expresarlo así) para dar buen ejemplo, es tan demagógico como el atribuir a los empresarios y a los trabajadores una obligación moral de luchar por el bien de las empresas en las que trabajan y/o son propietarios o gerentes, antes que por los suyos propios. Si fuera así, no existiría absentismo laboral injustificado ni fraude fiscal.

No debemos olvidar que los 90.000 M€ de fraude fiscal (aproximadamente un 8% del PIB) que hay en España, es dinero que deja de ingresar la Hacienda pública lo que, a la mayoría de contribuyentes que no tenemos casi ninguna posibilidad de hacer fraude (consumidores y trabajadores por cuenta ajena) por ser una cifra muy superior debería indignarnos mucho más que los desmanes económicos de la clase política . Sin embargo casi nadie se escandaliza por ello y por supuesto no es noticia en lo medios. Pero además este fraude también perjudica a las empresas que sufren una verdadera sangría de recursos al ser exprimidas por sus propietarios y gerentes para su enriquecimiento personal.

Cada vez que se hace una factura sin IVA, el usuario final sin duda se lo ahorra (y con la cada vez más regresiva política fiscal que hay en España y en Europa no me atrevo a criticar al ciudadano que acepta una factura sin IVA) pero el principal beneficiado es el empresario que disminuye la cifra de facturación de la empresa (con lo que esta tiene menos beneficios y paga menos impuestos) y reduce la diferencia entre el IVA soportado 
y el repercutido (los pagos a proveedores normalmente sí que se hacen con IVA y las ventas declaradas se reducen al vender sin IVA aunque por supuesto no las reales ). Pero además (y esta es la mayor ventaja de tener una empresa o de ser su gerente si los propietarios no te vigilan de cerca) con las facturas sin IVA el propietario y/o el gerente, reciben una ganancia libre de impuestos que normalmente va directamente a su patrimonio personal, aunque esto suponga que los balances oficiales de la empresa incluso den pérdidas que "obliguen" a una reducción de personal. Para qué vamos a hablar de la práctica generalizada de que los propietarios de la empresas y sus familias disfruten de vehículos, ordenadores, teléfonos, viajes, comidas etc, por supuesto sin IVA y en muchos casos directamente a cargo de los gastos de la empresa, aunque esto suponga una carga insoportable a la tesorería y a la rentabilidad de la organización.

Supongo que con el párrafo anterior se entiende mejor las compensaciones que tiene el por otra parte digno y duro trabajo de tener una empresa. Es cierto que los empresarios tradicionales (autónomos, pequeños, medianos o grandes) metidos hasta el cuello en sus negocios que son también el principal medio de vida de sus familias; no tienen nada que ver con los Gerentes, Presidentes y Consejeros Delegados de los consejos de administración de las grandes Sociedades Anónimas. No es de extrañar que se pongan esos escandalosos sueldos y los " "bonos" con los que entre ellos mismos se premia. Tiene tanto interés en dirigir las grandes empresas estos pro-hombres (y aquí no merece la pena casi decir mujeres pues brillan por su ausencia) porque no suelen ser propietarios más que de un pequeño porcentaje de las acciones y algunos aprecian tan poco el proyecto que dirigen, que a menudo utilizan la información privilegiada que manejan para "apostar" en la bolsa contra sus propias empresas.

En cierto modo las grandes corporaciones son como los países: los dirigentes serían los políticos (pero con poder real no condicionado); los trabajadores serían los funcionarios; y los clientes seríamos el resto de la población que recibe sus productos y servicios. Lo curioso es que la ciudadanía critica a los políticos y admira a los grandes directivos sin comprender que cuando el Presidente del Gobierno se reúne con ellos; no hace otra cosa reconocer implícitamente que son ellos los que tienen la mayor parte del poder, especialmente en cuanto a la creación de empleo se refiere.

El Poder Económico sabe guardar muy bien su imagen y nada mejor para distraer al público con las prácticas fraudulentas de los políticos y echar cuanta más basura sea posible sobre la imagen de todo lo público, que no lo olvidemos: por un lado son los cargos políticos que salen directamente en en las elecciones y sus correspondientes puestos de "confianza" (unas 100.000 personas); y por otro lado los funcionarios de las distintas administraciones (unos 3,1 millones). Todo ellos juntos suponen un gasto para el Estado de unos 120.000 M€ (aproximadamente el 10% del PIB) que incluyen los sueldos brutos y gastos sociales (por lo que buena parte revierte vía impuestos de nuevo al Estado) de políticos, administrativos, médicos, educador@s, enfermer@s, bomber@s, policías, militares, etc. Si lo comparas con la cifra del fraude fiscal estimado no es tan escandaloso el tema de los sueldos públicos (incluidos los políticos) y además en cualquier caso, es un gasto inferior a la media Europea.

Y con todo esto alguno dirá "vaya si todavía vamos a tener que subirle el sueldo a los Eurodiputad@s para que además de ir en primera puedan comprarse regalitos"... todo se puede reducir al absurdo pero estas cosas que desatan tan bajas pasiones no conviene frivolizar. Y que conste que estoy convencido de que es necesario acabar con abusos como este de los viajes en primera o como el que haya funcionarios que trabajen la mitad de las horas anuales que hace de media un trabajador, obligando al Estado a externalizar el trabajo que no hacen estos funcionarios con el correspondiente incremento del gasto y el posible deterioro del servicio ofrecido a la ciudadanía. La reforma de la función pública está pendiente desde hace mucho y algún Gobierno deberá atreverse a hacerla por el bien del futuro de los servicios públicos; eso sí, sin olvidar que entre los funcionarios también hay demasiados "mileuristas". 

Por eso este tipo de noticias (y no me refiero a esta de Julio Anguita pues no creo que sea representativa de esto que digo)  tienen detrás de la aparentemente justa indignación ciudadana un marcado sesgo Neoliberal cuyo objetivo es conseguir el máximo descrédito de la clase política en general y por extensión de toda la función pública. 

En épocas electorales estos mensajes son especialmente preocupantes pues favorecen el que la izquierda, siempre mucho más crítica con sus representantes que la derecha, no vaya a votar por estar indignada que es precisamente lo que quieren los neoliberales para demostrar el fracaso de la política.  No votar el día 22 de Mayo es directamente apoyar al PP a conseguir nuevamente mayoría absoluta. 

Os recuerdo también el escrito que le envié sobre una petición de firmas de Avaaz para que los corruptos no fueran en las listas electorales, pues está también relacionado con lo mismo: http://www.noeslomismo.org/2011/03/avaaz-corruptos-fuera.html


Bueno no os aburro más que si sigo acabaré a las tantas como siempre.

Saludos Socialistas
Rober

Julio Anguita renuncia a su pensión vitalicia como ex-parlamentario