sábado, 3 de noviembre de 2018

¡TRABAJEN, COMPREN Y DEJEN YA DE PROCRASTINAR!

Cuando veo que el uso del verbo PROCRASTINAR crece en progresión geométrica todos los días (significa "diferir, aplazar" y está tan de moda que es la palabra más buscada en las últimas semanas en la RAE - Real Academia Española) me acuerdo de un refrán que cita con frecuencia una amiga: "cuando un tonto coge la linde... la linde puede que acabe pero el tonto sigue." 

Seguro que lo habréis escuchado y si no lo escucharéis en breve porque hasta su uso ha sido objeto de unos de los artículos de la revista Muy Interesante de Octubre. Ayer mismo estuvimos riéndonos en el trabajo de esta palabreja (que alguien habrá decidido poner de moda) y les contaba a mis compañeros que yo me sentía orgulloso de "procrastinar" siempre que era posible, porque no solo no lo considero algo negativo sino que sinceramente creo que puede ser positivo, desde determinados puntos de vista.

Es cierto que la "Pereza" tiene tan mala prensa que es uno de los siete "pecados capitales" y que su contraria, la "Diligencia"es una "virtud cardinal". ¡Contra pereza diligencia! he escuchado primero de mis mayores y he dicho después a mis menores durante décadas. Recuerdo la frase desde mi más tierna infancia y yo, amante de las películas del Oeste, siempre me imaginaba una diligencia tirada por seis caballos y perseguida por cincuenta indios Apaches.

Tan clásico y más intemporal incluso que el refrán de la "diligencia", es aquel que dice: "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Sin duda es el referente más sublime de toda persona virtuosa, trabajadora, responsable, ordenada y dispuesta en la que cualquiera confiaría. El que tiene como máxima vital esta frase nunca tendrá desatendida su casa, ni su trabajo, ni sus estudios, ni nada... salvo quizá su propia calidad de vida física, intelectual y espiritual.

Procrastinar es lo que siempre se ha expresado como "dar o tener o hacer pereza" y en consecuencia "dejar alguna tarea para luego". Es un comportamiento muy humano y comprensible, pero completamente denostado por la sociedad. Todos procrastinamos en mayor o menor medida y con frecuencia lo reconocemos, pero solo cuando hablamos en confianza y generalmente quejándonos de la cantidad tan grande de cosas que hacemos a diario. No es algo de lo que podamos sentirnos orgullosos y desde luego nadie lo pondría en su Curriculum Vitae para buscar trabajo.

La semilla de la pereza y la desgana son incompatibles con la productividad y la capacidad resolutiva de un trabajador o un estudiante; reconocerlo como uno de nuestros defectos sería tanto como decir que somos vagos por naturaleza, que nos cuesta mucho hacer lo que tenemos que hacer y que por tanto, lo retrasamos todo lo que es posible corriendo el riesgo de dejarlo sin hacer o de hacerlo mal por las prisas de la última hora.

Sin embargo, aunque generalmente soy una persona bastante diligente y resolutiva en el trabajo, llevo décadas contestando al famoso dogma del "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy" con otro de invención propia (con mis respetos a todos los que con seguridad lo expresaron mucho antes que yo) que dice justo lo contrario: "NO HAGAS HOY LO QUE BUENAMENTE PUEDAS DEJAR DE HACER TAMBIÉN MAÑANA".

Parecerá que lo digo en broma pero no; bueno inicialmente sí lo decía en broma y como muestra de rebeldía ante tanta virtuosa diligencia, pero ahora con todo lo que he vivido en absoluto es solo una broma. He criticado muchas veces el uso interesado del lenguaje para fomentar el consumismo y la competitividad, aunque se entienda esta última contra nosotros mismos invitándonos constantemente a "salir de nuestra zona de confort" (otra de las frases de moda que seguramente será objeto de otro artículo en este blog).

Vivimos en un Mundo en el que confundimos, y me incluyo por supuesto, el confort que dan las cosas materiales con el bienestar y el buen vivir; por no hablar de la felicidad que ya parece inalcanzable si tu móvil no es de última generación. Hoy precisamente me he encontrado con una buena campaña de marketing de Leroy Merlin que aprovecha la fama temporal del verbo procrastinar, para animarnos a todos a hacer algo que precisamente siempre me ha dado una pereza horrible.

Según un estudio, más del 60% de los españoles no saben lo que es la procrastinación. Ellos tampoco... ¿Y a ti, te suena? #procrastinando @leroymerlin_es

Cuando tengo que hacer labores de mantenimiento en casa las hago y, aunque está mal que yo lo diga, lo que hago suele quedar razonablemente bien. No obstante, siempre lo hago reconociendo que lo haría mucho mejor un profesional y que mi intrusismo laboral es obligado, porque en absoluto considero un hobby el bricolaje, ni ninguna tarea de mantenimiento que sea necesaria para el normal funcionamiento del hogar, la oficina, la comunidad, o cualquier espacio en el que estemos habitualmente. Para mi es trabajo y todo el que me conoce sabe que regalarme una taladradora en mi cumpleaños sería tan de mal gusto como el regalarme una plancha.

El colmo de esta militante y convencida procrastinación (que además crece en mi año tras año), es el hecho reciente de haber comprado una vitrina, mesa y sillas en IKEA y haber contratado el servicio de entrega a domicilio y además, haber usado la Brico-Asistencia del seguro de Santa Lucía (que da dos servicios de tres horas al año y es estupendo... cierro cuña publicitaria como cliente agradecido) que envió a dos técnicos a casa y en menos de dos horas montaron todo perfectamente. Tan satisfecho he quedado del servicio que incluso pienso llamar a ver si la Brico-Asistencia cubre el poner el árbol de Navidad y el Nacimiento... esto es broma por supuesto.

Que nadie piense que critico a Leroy Merlin por el uso mercantilista del lenguaje y de los prejuicios de la sociedad hacia los perezosos; si así fuera no les haría publicidad gratuita. Que me incline más hacia la Brico-Asistencia porque ser más cómoda y porque encima deja algo del trabajo de mantenimiento del hogar a los profesionales (lo que favorece que mantengan su empleo), no quita para que yo tenga mi pequeño kit de bricolaje en casa con lo mínimo imprescindible. Pero a lo que me niego es a tener un taller completo en casa porque ni tengo el espacio adecuado, ni ganas de tenerlo pues lo único que quiero mantener es mi casa es el escaso tiempo de ocio. 

Desde el punto de vista económico entiendo que la lucha entre los profesionales y los aficionados es muy lucrativa, especialmente para grupos empresariales como Adeo que tiene la marca Bricoman para los primeros, mientras que Leroy Merlin y Aki están quizá más orientadas a los segundos. Los profesionales siempre van a estar bien equipados por la cuenta que les trae para que su trabajo sea rentable, pero por mucho que gasten en material son relativamente pocos. Sin embargo, los potenciales aficionados o "manitas" son decenas de millones y si en cada hogar termináramos teniendo un taller completo de bricolaje (aunque muchas cosas no se usen más de dos veces en toda la vida) la cantidad de productos a vender es casi infinita.

Ahí es donde quizá yo pondría mi límite de compresión y tolerancia, porque conscientes como somos de que nuestro planeta tiene límites ¿tiene sentido que todos tengamos en casa herramientas y material para hacer de todo? Francamente creo que no porque va en contra de un principio básico de toda sociedad humana: la división del trabajo y la especialización.

Los aficionados al bricolaje alegarán que no tienen dinero suficiente para que les hagan todo y que además les gusta hacerlo. Insisto en que me parece fenomenal que la gente haga lo que le gusta y si con ello ahorran dinero mucho mejor, pero no estaría mal que se valore el precio total de tener un completo taller de bricolaje en casa. Aunque una herramienta sea para toda la vida, si la usamos solo una vez al año por mucho trabajo y dinero que nos ahorre usarla, habría que ver si es realmente  es rentable comprarla. Además, también habría que plantearse si realmente hay que usar esa herramienta una vez al año o si podríamos espaciar su uso "procrastinando" y no haciendo este año lo que buenamente pudiéramos dejar de hacer también el año que viene.

Para terminar quiero remitirme al artículo que la imprescindible Wikipedia dedica a la procrastinación porque aparte de lo dicho anteriormente, desde el punto de vista del análisis del comportamiento humano tiene un contenido más profundo que no conviene banalizar.

Este es otro de los puntos de vista (no tan tangible como el del bricolaje) en el que yo encuentro que lo de procrastinar también puede tener su lado positivo. Retrasar una acción o decisión que nos cuesta trabajo y nos provoca estrés, puede ser perfectamente un mecanismo de defensa que evite que nos precipitemos. Trasladado a la economía, no precipitarse en tomar una decisión o en hacer algo puede conducirnos a retrasar una decisión de gasto o inversión, que es uno de los más peligrosos actos anti-sistema porque fomenta la deflación de los precios y podéis estar seguros que eso es mucho peor que caer en los siete pecados capitales... ¡TRABAJEN, COMPREN Y DEJEN YA DE PROCRASTINAR!

Salud, Amor y Suerte.
@robergonpane

Nuestro gato cuando se tumba así panza arriba de una forma tan extraña no está en absoluto procrastinando; simplemente tiene tan pocas cosas que hacer que el aburrimiento le hace ser creativo buscando nuevas forma de tumbarse. ¿No necesitaríamos los humanos más tiempo para aburrirnos?