viernes, 23 de septiembre de 2011

Deudas, joyas y tarjetas de crédito

Cuando la deuda nos ahoga y se ha vendido ya todo lo disponible; no hay más remedio que o empeñar las "joyas de la familia". Pero antes de vender los tesoros más queridos, siempre está la tentación de acudir al cajero a sacar efectivo con la tarjeta de crédito. Con este acto final de sumisión al mercado crediticio de los pobres, se termina la carrera de endeudamiento a altos tipos de interés que a la larga no se podrán pagar: a parte de la alta comisión de las disposiciones de efectivo de las tarjetas de crédito, el interés al que se paga el saldo pendiente que no se cancela a fin de mes suele superar el 20%. Finalmente, pasado un tiempo en el que la deuda a largo (la hipoteca) se ha ido pagando con ventas de activos familiares y préstamos  a medio plazo (créditos personales) y a corto plazo (tarjetas de crédito y prestamistas) se cierra el grifo del crédito y hay que afrontar uno pagos tan tremendos que ya no solo no se amortiza la deuda, sino que no se llega ni a poder pagar los intereses de la misma pues la deuda global alcanza un tipo medio de interés insostenible... llegado ese momento entramos en quiebra y solo nos quedan ya vender las preciadas y empeñadas "joyas de la abuela"... siempre muy deseadas por los prestamistas y acreedores.

Este simple mecanismo que ha arruinado a de millones de familias en todo el mundo, es un reflejo a escala de lo que le está pasando a los países con su Deuda soberana. A medida que sube el tipo de interés (la famosa "prima de riesgo" que tantas alegrías nos da) que hay que pagar a los inversores para que compren deuda, con cada subasta de bonos, letras u obligaciones del Estado, estamos cambiando deuda antigua a tipos más bajos por deuda nueva que pagará mayores intereses a los que la compran. Si la famosa prima se dispara como en el caso de Grecia, es como si no hubiera ya más posibilidad de conseguir créditos al consumo a medio plazo e interés mayor pero razonable y se viera el Gobierno de turno en la obligación de "sacar de la tarjeta de crédito" pagando intereses de usura que son pan para hoy y hambre segura para mañana. Y entonces viene el rescate que siempre pide como garantía las preciadas "joyas de la abuela": Loterías y Apuestas del Estado; Puertos y Aeropuertos; Islas Griegas para millonarios; gestión del agua; gestión de la sanidad, dependencia y educación públicas; privatización de las pensiones;... ¡y puede seguir! ... explotación de los museos, monumentos, playas, ríos, montes, bosques... que nadie se alarme todavía que en Europa hay muchas "joyas" que vender antes de que tengamos que vender a nuestros hij@s como esclav@s.

¿Tenéis más claro ahora porqué hay tantísimos emisores de tarjetas de crédito y porqué te dan tantas facilidades y regalos si te sacas una? Los bancos y sus distribuidores que emiten tarjetas, saben perfectamente que un elevado porcentaje de usuarios mantendrá de forma permanente un saldo pendiente de amortizar en su tarjeta de crédito. Aunque fuera de media solo de 500 euros, multiplicado por los cientos de millones de tarjetas de crédito y a tipos de interés por encima del 20% que suelen tener, supone uno de los negocios financieros más increíbles de la historia. Con esto no digo que no sean útiles pues yo las uso mucho; pero nunca saquéis efectivo a crédito y pagar siempre la totalidad del saldo pendiente a final de mes para no pagar el saldo pendiente a un interés vergonzosamente elevado. Cuando os digan al regalaros una tarjeta de crédito "...y pague en cómodas cuotas desde 30 euros al mes..." solo tenéis que contestar una palabra muy sencilla que empieza por "la" y termina por "drones". ¿Se le ocurrirá a algún partido político incluir en su programa electoral un límite razonable al tipo de interés de las tarjetas de crédito y al que ofrecen las entidades de "préstamos fáciles" que tanto proliferaron durante la burbuja y que están volviendo a anunciarse?

Saludos Socialistas
Rober Gonpane


P.D. Una noticia muy significativa de la realidad de la crisis; para que luego digan que no hay dinero... hay de sobra pero escondido y mal repartido.