lunes, 4 de abril de 2011

La familia económica


Desde los “pensaderos” ultraliberales han conseguido introducir la idea de que la economia de un pais es como la de una familia. Ha tenido tanto éxito que la gente lo repite sin pensar en ello. Los que me conoceis sabeis que llevo mucho tiempo intentanto pensar en un simil más parecido a la realidad, pero desgraciadamente no he conseguido que sea tan corto como su idea.
Cogiendo su idea familiar y pensando en el modelo tradicional de familia he hecho las comparaciones.
  • Padre: poder economico – empresarial
  • Madre: gobierno
  • hijos – abuelo: ciudadanos.
Esta familia es peculiar, porque el padre le parece que no se administra bien el esfuerzo de su trabajo. La madre pone raciones excesivas en la comida, compra cosas “demasiado” caras para comer y vestir. Los hijos y el abuelo reciben una asignación para sus gastos corrientes sin apenas contraprestaciones (bajan a por el pan, hacen algún recado, llevan la basura). Ni que decir tiene que de las costillas del sufrido padre salen los recursos para salud y educación.
El padre decide cambiar las reglas para optimizar el patrimonio familiar. Pone televisión por cable en la casa y todos se quedan maravillados. Un dia quita los canales de noticias, deja las películas, series y concursos. Están tan entretenidos que han dejado de hablar con los vecinos y sus amigos.
Convence a la madre de que no tiene que pedirle cuentas de lo que gana, también la convence de que todas las vecinas si necesitan más dinero de lo que le han asignado lo piden prestado a sus maridos. Les convence que es mucho mejor que las tareas domesticas se valoren en dinero. A los hijos y al abuelo les dice que todo el mundo paga por la ropa y el mp3 y que si no tienen lo piden prestado al padre.
El padre recela de que le miren la cuenta del banco, decide dejar una cantidad minima en la libreta familiar y abre una cuenta solo a su nombre en otro banco.
Un día se da cuenta que el hijo del vecino se compromete a hacerle las tareillas que hacían sus hijos por la mitad de la paga que les daba a ellos, por lo que les quita la asignación, pero les mantiene la deuda acumulada y les convence que para pagarle la deuda tendrán que hacer las tareillas por el precio del hijo del vecino o hacerlas en otra casa. Afortunadamente no se quejan mucho porque cuando estaban empezando a indignarse el padre les recordó que empezaba un concurso en la tele.
La madre agobiada por la deuda decide recortar gastos, rebaja la “paga” del abuelo, compra en una tienda más barata (y de peor calidad), cambia las pastillas del abuelo por aspirinas, a los niños les cambia las aspirinas por agua con azúcar.
El padre les da un aviso porque aun se gasta mucho y no sabe si prestarles porque cree que no se lo van a devolver. La madre decide que los cuadernos y las medicinas tienen que pagarlas los hijos y el abuelo. Pospone indefinidamente el recambio del frigo y la reparación de la luz del pasillo. Por razones obvias la reparación del retrete, dada la urgencia, se vuelve a pedir prestado. Para financiarlo se establece que el papel higiénico se lo trae cada uno (el abuelo se queja que los niños gastan mucho) y se pone una hucha para que se pague cincuenta cent., cada vez que se use... como las cosas se ponen tensas, deciden hacer una asamblea para establecer unas nuevas bases de convivencia pero antes de llegar a tomar alguna decisión la asamblea queda disuelta porque echan los Pokemon en la tele.
Ante la falta de acuerdos, el abuelo decide y le conminan a que busque trabajo porque con la asignación no le llega.
El abuelo y la madre deciden, aconsejados por lo que dice el padre que hacen los vecinos, que los estudios se los pague cada uno, es una tontería y supondría un ahorro para las arcas familiares. Los hijos deciden buscar trabajo a tiempo completo y abandonan los estudios... pasados unos meses el padre se larga de casa con una mujer 20 años más joven y tras el divorcio la madre, el abuelo y los hijos quedan en la ruina pues legalmente el padre solo tiene recursos para pasarles una ridícula pensión alimenticia. La madre tiene que trabajar en dos sitios para no perder la casa y el abuelo, que todavía tiene buenas manos, ayuda como puede haciendo chapucillas a domicilio; mientras tanto el padre se pega la gran vida aunque sin dejar de quejarse de su mala suerte ante todos sus amigos...

Hasta la victoria siempre.
Agustin

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