Como mis hij@s han acumulado un considerable excedente de liquidez gracias a los aguinaldos navideños, les dejé apostar cinco euritos en una partida a la ruleta a la que hace tiempo que querían volver a jugar. Como solo éramos cuatro, yo asumí el papel de "la banca" no para aprovecharme de que esta siempre gana, sino para garantizar la transparencia de operaciones.
Claro que a mi hija le extrañó mucho eso de que yo tuviera juntos (pero no revueltos) mis cinco euros en fichas con el resto de fichas del "banco central". Sus dudas y comentarios incluso al día siguiente, hicieron que tuviera que explicarselo bien para que dejara de cuestionar la honorabilidad del proceso.
Las fichas repartidas (cinco euros cada uno) eran válidas porque están respaldadas por el dinero "real" que habíamos dejado en una cesta. Todas las demás fichas son de mentira, aunque a veces cambiaramos fichas buenas "grandes" por su equivalente en fichas "pequeñas" del banco central. La verdad es que estos cambios se pueden hacer con las fichas buenas de la banca o incluso se le puede pedir a otros jugadores; pero es cierto que a veces tuvimos que recurrir al banco central para aumentar el número de fichas pequeñas, pero eso si, siempre depositando igual importe de fichas buenas grandes para que todo cuadrara.
Que la banca suele ganar es cierto, e incluso salió un "cero"; pero la Diosa Fortuna quiso favorecer a mi hijo, amante de la mitología griega y otras muchas cosas imposibles, con el absolutamente improbable hecho de que saliera uno de los números al que apostaba, el 17 día de su cupleaños, hasta nueve veces incluidas tres consecutivas. Sin duda esto colocó la banca al borde del colapso pues llegué a tener menos de un euro en fichas buenas. Llegado a ese punto me surgió la tengación de meter en el juego fichas de la banca central, a la espera de una nueva buena racha que me permitiera equilibrar el balance sin tener que asumir la derrota. Pero no hizo falta porque porque salvo a mi hijo, al resto le pareció razonable que dado que ya casi no tenía fondos, se me permitiera dejar de hacer mi trabajo pasivo de banquero y se me permitiera apostar unas cuantas partidas.
No salió más el 17 pero pronto el excente que había acumulado se redujo a la tercera parte y solicitó no ser más la banca y poder apostar nuevamente para recuperarse antes de que llegara el final de la partida. El pobre no se recuperó y todos quedaron con la sensación de que ser la banca no es rentable, al menos si se respetan las reglas del juego. Yo les expliqué que esto no era normal pues la banca, aun respetando la reglas, siempre suele ganar; pero no se quedaron muy convencidos.
Finalmente contamos el total de fichas en juego para comprobar que ni sobraban ni faltaban y todo cuadró perfectamente, había 20 euros en fichas, lo mismo que en la cesta con el dinero real; solo que yo tenía 10,80 y entre los tres se repartían los otros 9,20 euros. Para probar su codicia les propuse jugar entre ellos al todo o nada con lo que mi hijo a costa de su hermana subió sus reservas desde 2,60 a 6.40 euros y luego jugando con su madre se quedó con lo 9.20 que aún no estaban en mi poder. Pero la codicia es una mala compañera y le convencí para que jugara sus 9,20 en una partida y afortunadamente la Diosa Fortuna se puso otra vez de su lado y le hizo perder para que aprendiera a no ser codicioso. Lo que no sabía el pobre es que metidos en la dinámica del doble o nada, con mi capacidad casi ilimitada (a este nivel) de aumentar la apuesta, tarde o temprano me lo habría quedado todo igualmente pues no le habría permitido dejar de jugar y plantarse, al ser yo (en este caso solo por motivos didácticos) el garante de las reglas del juego y estar en posesión de suficiente fuerza disuasoria...
No creo que hagan falta más explicaciones, está claro que no es necesario que salga el cero muchas veces para que sea siempre: Todo para la Banca.
- los seis miembros del Comité Ejecutivo, además de
- los gobernadores de los bancos centrales nacionales de los dieciséis países de la zona del euro.
- adoptar las orientaciones y decisiones necesarias para garantizar el cumplimiento de las funciones asignadas al Eurosistema;
- formular la política monetaria de la zona del euro. Esto incluye la adopción de decisiones relativas a los objetivos monetarios, los tipos de interés oficiales, el suministro de reservas en el Eurosistema, así como establecer las orientaciones para su aplicación
- el presidente,
- el vicepresidente y
- otros cuatro miembros
- preparar las reuniones del Consejo de Gobierno;
- poner en práctica la política monetaria de conformidad con las orientaciones y decisiones adoptadas por el Consejo de Gobierno. Al hacerlo, imparte las instrucciones necesarias a los BCN de la zona del euro;
- encargarse de la gestión ordinaria del BCE;
- ejercer los poderes que le hayan sido delegados por el Consejo de Gobierno, incluidos algunos de carácter normativo.
- el presidente del BCE;
- el vicepresidente del BCE; y
- los gobernadores de los bancos centrales nacionales (BCN) de los veintisiete Estados miembros de la UE.
- un mandato mínimo de cinco años para los gobernadores de los BCN;
- un mandato no renovable de ocho años para los miembros del Comité Ejecutivo del BCE;
- la separación de cualquiera de ellos de sus cargos únicamente en caso de incapacidad o falta grave;
- el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas es el órgano competente para resolver cualquier conflicto que se plantee a este respecto.